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lunes, 18 de julio de 2011

Ausencias,.(II)


Siempre falto algo, falto el pan, falto el techo, falto el cariño correspondido el abrigo, el alivio, el descanso, etceteras. Hasta la bienvenida le habia faltado!, descuidado y abandonado entre puestos improvisados en el mercado común, criado por O'haihas poco dadivosos, que no se harían de la molestia de cuidar un crio mas que para poder utilizarlo en sus mandados y pequeños complots de mafia de poca monta, venganzas penosamente organizadas y atribuladas circulaciones de favores. Poco le habia tomado darse cuenta en aquella pequeña ciudad portuaria, que su suerte habia sido escasa, que nada venia regalado, y que debía ganarse con la cabeza y las zarpas aquello que la vida no se decidia a pasarle por las buenas. Aquel dia habia quedado perplejo, pues en su caceria habitual, ahora que habia dejado de lado su vida de enano engrupido y abusado, por primera vez despues de 13 años de ladrón (y buen ladrón que se sentía y que era en la humilde opinion de este narrador.) se le habia dado el sacudón mas abrupto de su vida. ¡Que humillacion! Se habia visto detenido, derribado, inmobilizado y amenazado en el mismo segundo. Tal habia sido la decepcion que sentia de si mismo que furibundo habia devuelto agresivamente su presa repleta de monedas de oro a su portador, no la merecia, estaba vivo por pura piedad.

Y asi paso la tarde, absolutamente inmerso en su perplejidad, arrastrando el orgullo por las calles adoquinadas de Zazlha, repitiendo la peligrosa escena una y otra vez en su mente, hasta que ya pocas posibilidades le quedaban a su magullado ego, que asegurarse que algo asi no volveria a pasar. A la hora habia reubicado a su presa, y se aseguraria de no perderle el rastro hasta que no solo hubiera aprendido que poderosa fuerza habia destruido su delicada tecnica en segundos, sino que ademas hubiera recuperado el saco de cuero que tanto habia deseado, con cada una de las monedas de oro que indignadamente habia devuelto aquella tarde.